lunes, 18 de mayo de 2009

Viaje a Juveandalus

Ese sí era un día para contarlo. Mereció la pena desplazarse a Granada para tan gran día que pasamos. Eso sí, con frío.

Primero empezó con el barco vikingo. Al acabar iba mareado, porque ¿a quién se le ocurre montarse en una atracción nada más llegar? Pues mira, a mí. Al cabo del tiempo, cuando me encontraba mejor, me monté en las motos y, por culpa de Álvaro Manzano, me caí, pero no me pasó nada.

Después, al cabo de unas veinte veces que me monté, salí ileso.

Nos fuimos a la pirámide del terror, ¡qué miedo pasamos! Estaba todo oscuro y ¡buff, qué miedo! Al salir nos fuimos a la montaña rusa, conocida como el Ratón Bacilón, ¡qué gracia me daba, parecía de niños pequeños! pero..., casi nos matamos. A las cinco y cuarto ya nos fuimos y al volver de viaje, uuufff, una niña vomitó. Todo el mundo estaba allí y ¡qué peste! Al girarme a la izquierda vi a Carlos, un niño de 1ºC, comiendo y le dije:

-"Chacho, ¿cómo puedes comer con esta peste?"

Después, cuando íbamos por Motril, me quedé dormido y al llegar a la Yegua Verde me levanté. Cuando llegué a mi casa le conté lo sucedido a mi madre y me acosté. Estaba reventado.


José Lucas Pérez Fernández -1ºESO-B