jueves, 12 de mayo de 2011

"El corazón nunca desecha la tierra que lo vio nacer, crecer, soñar, vivir..."



Una maraña de emociones se agolpaba en mi pecho. Habíamos llegado a nuestro destino. De repente, al salir del aeropuerto y al envolverme el olor de la ciudad me vinieron a la mente casi 9 años de recuerdos, mi infancia. Olía igual, o eso me parecía a mí, que la calle con cerezos que tenía que atravesar cada mañana para llegar al colegio, mi primer colegio. Sentía nostalgia, melancolía, añoranza, pero a la vez una inmensa felicidad. Sentimientos que me acompañaron durante todo el viaje y, junto a éstos, un gran amor. Amor por lugares que, aunque no había visto antes, estaban guardados en la memoria de mi corazón con el nombre de “hogar”.
Aunque jamás había estado allí, mi sensación era siempre “estoy en casa”. A esto contribuyó que los que me acogieron tuvieron la misma sensación que yo: “familia”. Desde el primer momento hasta que nos fuimos, no dejé de sentir ni un momento que estaba en casa.
En el instituto, que ahora con familiaridad llamo LMK, me ocurría curiosamente lo mismo. Los muros que contaban tantas historias se me hacían familiares, los alumnos eran mis compañeros.
Nunca olvidaré la clase de literatura. Nos llevaron a una clase de literatura de séptimo curso para hablar de nuestras experiencias como rumanos en el extranjero. Y después leímos, como si la profesora lo hubiese adivinado, a uno de mis poetas favoritos, Mihai Eminescu. El mismo cuyos poemas me sabía incluso antes de aprender a leer. Otra vez, me costaba contener las lágrimas, otra vez, los recuerdos.
Si tuviera que decir en una sola palabra que ha significado para mí este viaje, ésta sería reencuentro. Reencuentro primero porque hemos vuelto a ver a aquellas maravillosas personas, que por suerte podemos llamar amigos, y segundo porque han vuelto a mí sentimientos que había escondido tan en el fondo, que creía olvidados. Ha sido impresionante darme cuenta que el corazón nunca desecha la tierra que lo vio nacer, crecer, soñar, vivir.


Quiero dar las gracias a todos los que participaron en esta increíble experiencia, ha sido un honor y un placer compartir con vosotros momentos tan fantásticos.

Marinela Corduneanu
2º de Bachillerato