Ser una persona educada hasta en las peores situaciones, es un signo de clase y elegancia, algo que tendría que estar mejor valorado en nuestra sociedad, en la que cada vez más aparecen diferencias, intolerancia y malos modales.
Un ejemplo podemos verlo en cómo las azafatas resuelven situaciones muy comprometidas, similares a las de cualquiera que trabaje de cara al público.
En pleno vuelo durante una discusión un pasajero le dice a la azafata:
- “Señorita me está usted resultando una persona muy desagradable”.
Y ella le responde:
- "Sin embargo, usted a mí me parece una bellísima persona, aunque podemos estar los dos equivocados."