jueves, 14 de mayo de 2009

La vida en rosa, que duele menos

En esta gran España tenemos muchos tipos de soplacirios. Está, por citar a unos cuantos, el que aspira a terminar la educación obligatoria, conseguir un currele, así llamado, y ganar para un coche, o sea, que molo mazo, tron. Luego, observamos otro modelo más maduro, rondando la treintena, y no por ello mejor, que rinde culto a la San Miguel, FHM en mano – con sus “Vecinitas 2009”, “Chicas del mes”, “Las 100 más sexys”, entre otras – que miran al libro de bolsillo como bonito posavasos. Se encuentran, también - no me juzguen de sexista - a las imbécilas políticamente correctas con un pequeño matiz de voluntaria y alegre estupidez. Y así, una lista astronómica, pardiez. Bajo este contraste social, donde lo ridículo se mezcla con un poco de incultura y algo de raza hispana, obtenemos una mayoría de cantamañanas puestos de perfil, de los cuales no podíamos esperar demasiado.

Todo este profundo y sentido análisis viene a cuento de la telebasura, o telespaña, que no difiere. Brillando las ganas de trabajar por su ausencia, estaba yo en el salón, derrochando el tiempo libre del cual no dispongo, alargando la hora de enfrentarme al libro de texto cuando sonaba la televisión. Ya saben. Zapeando un poco, encontré una diversa gama de ofertas: el programa de la tía rara que busca tío más raro aún, el de la que no es periodista pero se gana la vida como tal, el de la que tiene un diario, el del famosillo tontolpijo que intenta ganar un poco de fama en una isla junto con más famosillos tontolpijos, el de la que intenta avivar la sensibilidad hacia los abuelotes, el de la “soy una presentadora muy guay y me meto en la vida de otros famosos guais”, el de ese lumbreras, cuyo nombre es el concepto extendido de tontolhaba que está encerrado en una casa con más tontolhabas, etcétera. El pan de cada día, vamos. Programas que carecen de toda moralidad y decencia. Telebasura y reality shows que no muestran más que la realidad social en la que vivimos, verbigracia, un pueblo ingenuo, controlado por una minoría, altanero, en muchos casos inculto y sobre todo, conformista y pasivo. Y ante ello, la vida en rosa, españoles, que duele menos.

Y es que, "si el vulgo es necio, es justo hablarle en necio para darle gusto", decía Lope de Vega y Carpio.

Escrito por Aranxta Castillo - 4º ESO - B